Torpe introducción para pregunta sencilla
Que felicidad la mía y que dulce ignorancia la tuya. Imagínate, ser tú la razón de mis sonrisas diarias, en tanto maniobras en tu nube de cemento, concentrada en tantas bocas que no besas. Duermo contigo, sueño contigo, hablo contigo, y a veces hasta tomo tu mano, y pensar que no lo sabes. ¿Me creerías que rezo por ti? Hablo de ti con mis amigos, con mis amigas, con mis amantes. Menciono tu nombre una vez al día sin pretender nada, o quizá creando mi álbum imaginario para hojearlo contigo alguna vez, cuando los años nos susurren que estas imágenes son de otros dos. No te olvido, he de aceptarlo. He amado tantas veces como días deje de pensar en ti, he de confesarlo. Luzco idiota cuando te resto importancia y soy sincero solo a solas, en mis páginas en blanco, en los silencios de mi cuerpo cuando se dedica a humano. Pero estas no están en blanco, ni mi cuerpo está silente, entonces dime, que sucede, que sucede.