Quien me da una manito
Siempre. Mentira, no siempre, he tenido debilidad por las manos de mujer. En realidad es un gusto que desarrolle a partir de un capítulo importante en mi vida, y que, como tantos otros aparentemente nimios, son los que me van haciendo la mixtura que hoy tengo frente al espejo. Pero mi afición hacia ellas (junto con los pies que es un tema que no tocaré), siempre tuvo que ver con su aspecto, estructura y color. Amo las manos largas, extremadamente largas, como sustraídas de alguna obra de El Greco en el clímax de su Manierismo, que empiezan en un punto fijo y tienen como culminación algún lugar que aún no conozco; adoro los tonos pálidos, la mezcla de amarillos y rosados que conciben ese tono tan asifixiantemente femenino; me seducen las uñas alargadas, del formato preciso para excitar y atraer a la presa, y a la vez, poderle desgarrar la espalda sin piedad cuando la situación amerite. En fin, en mi modo de ver la vida, entiendo que las manos gritan, hablan y susurran, al igual que lo hacen una mirada cómplice o unos labios entre abiertos, con la añadidura, sin lugar a dudas, que acarician mejor. Pero lo que descubrí luego de varios años de jactarme como autoridad nacional en manos, es que había dejado pasar quizá la más importante de todas las razones para caer rendido ante ellas: su suavidad. Y es que cogí una, hace tan poquito tiempo que aún la siento, jugando a que te rozo y a que te dejo, jugando a que te tomo y que ya no te suelto, y de tanto jugar y jugar, me quede sin juego y sin palabras, pues esta manito venía al concurso con su argumento de “soy suave y no me mires”, porque la verdad, no necesitaba pavonearse ni hacer alarde de sus formas o sus modos, y es que cuando se es suavecita, el resto se lo dejo al Greco. Si intentara describir la textura de esta manito casi invisible, tendría que inventar palabras y crear algunos nuevos adjetivos que la real academia me rechazaría por atrevidas y obviamente, porque quien diablos seré yo para andar por ahí de creativo, así que me limitaré a decir que lo más parecido que he encontrado en las últimas 48 horas es una gelatinita que estaba olvidada en el fondo de la nevera. ¡Dios! ¡Que rica que estaba!...claro, la gelatina también.
3 Comments:
Tu y tu debilidad por las manos suaves y creo que eso viene con el como te acarician las manos, pero compararla con la gelatinita?? no sera mejor con una leche asada.. jijiji
y los pies?
queremos que sigas con los pies!
Yo también me fijo mucho en las manos,creo que es la parte del cuerpo que mas describe la personalidad...
Saludos!
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