Sunday, July 29, 2007


Ella

Ahí esta ella, esperando nada, inaccesible, indescifrable, mujer con instrucciones explicitas para perturbar, para encender teas en las profundidades de un mar que se muere, que se seca; para recordarme sobre todo, que a pesar de los años y de la vida, sigo siendo el menos audaz de los pretendientes anónimos. Y la percibo en la oscuridad de la habitación, de espaldas a mi, sentada, distante de todo sin que apenas se de cuenta que el mundo existe más allá de su hálito. La percibo mujer en los largos cabellos lacios y castaños que me ocultan su rostro, en la palidez de su nuca, en las líneas perfectamente sincronizadas de su figura, y por fin me someto y la comprendo zahir desde este momento, dispuesta a invadir mis pensamientos como frio viento del sur, para nunca más dejarme crear imagen distinta en mi cabeza.

Claro, a estas alturas ella no sabe que existo, su condición de ajena la resguarda, pero para mí ya lo es todo y le designo el lugar que le corresponde en mi vida. La corono, la envuelvo en su manto y le pido que camine a través de mis sentidos para recibir el homenaje que le teníamos reservado.

Ay hombre inconciente versado en ignorancia, que decides declarar amor sin haber disfrutado su rostro. Ay hombre que te atiborras de pan en espera del venado y el vino. Porque ahora tendré que inventar nuevas palabras, infinitamente más profundas, más precisas, más ridículas. Porque ahora cruzamos miradas y la mía oculta todo y se siente absurda, y la de ella no dice nada que no parezca todo. Bella desde el ángulo que se la mire, hija de la exageración, de la extravagancia, de la orgía de los más bellos dioses. Ojos que delatan a la mujer oculta, que simulan el color de algún licor joven y espiritoso de azúcares en justa medida. Sonrisa que es nube de algodón u onomatopeya de un beso, lo más concreto de lo subjetivo, el precio de un suspiro. Y así, inalcanzablemente bella, me sorprendes a ratos ruboroso, mirándote, vigilándote, y entonces cambio el tono de mi silencio para parecer sensato y maduro, me tuerzo y retuerzo, me deshago en hilachas, me ahogo en la firmeza de tus pupilas y te pido que huyas conmigo esquivando tu mirada y simulando indiferencia. Y sin embargo, cuando ya eres lo que busco, cuando ya soy lo que quiero, cuando el mundo es lo que debe, cuando el hielo quema la mano que lo empuña, tus labios mencionan un nombre que no es el mío, sino el mismo de siempre, el mismo de todos estos años antes de elucubrar esta historia que inicia en un epílogo inapelable.

¿Yo?, mano abierta, extendida, el hielo se derrite y me quedo sin futuro, porque el agua es agua y nunca quema, aunque parece...

¿Tu?, menuda sorpresa, tan mujer y tan divina, sigues siendo suya y a la vez tan mía. No podías corresponderme…aunque parece

Monday, December 04, 2006

Trueque de Sonrisas

Existe un día, o un minuto en ese día, donde la sonrisa la esculpe lo divino, y lo divino no es otra cosa que su presencia invisible señorita mia. Duele el rostro le aseguro, pero no existe cura conocida ni la busco aún. Le pido perdón, eso sí, por soñar tantas películas italianas en un segundo, y con tan poco material que me dio; pero es que, lo sabrá ya, yo sufro de usted, de vos, de ti, de todo lo que la nombre, y este padecimiento altera mis latidos, mis triglicéridos y hasta el crecimiento de uñas. Pero, desordenes aparte, parece que hoy fue un buen día para empezar, o para terminar, o para seguir en lo mismo, pero fue un buen día. Le recuerdo finalmente y sin animo de alterar su vida, que me debe aun un par de libros; el uno que usted sabe significa tanto para mi, y el otro que tengo que escribir al final de mis pasos para cambiarlo por una sonrisa, suya esta vez.

Sunday, October 29, 2006

La Paz que me das

Va con mi ego decir que siempre he calculado que mi mejor virtud es saber lo ignorante que soy; pero que sorpresas que se da uno. Siempre creí que si la integración en América Latina empezaba, Perú y Bolivia serían los llamados a iniciarla, debido claro está, a su historia en común, y por que no decirlo, sonrojándome queda claro, por el color de nuestra piel. Nada más lejos de la verdad. Encontré en La Paz una ciudad que me recibía con un rostro conocido, de gente que podría cruzarme en alguna esquina de Tacna, Puno o Arequipa. Miradas rutinarias, olores familiares y Coca Cola donde se me antoje. Es necesario confesar que suelo esconderme en cada ciudad que visito porque no tengo alma de explorador osado, y me jacto de conocerla al derecho y al revés en mis charlas cotidianas, cuando lo único que podría describir a detalle sería la habitación del hotel; sin embargo, La Paz me invitaba a conocerla, a reconocerla más bien, a recorrerla sabiendo que todo estaría donde yo quisiera que esté. Las calles llevan siempre a una esquina innegablemente peruana y la gente interpreta muy bien el papel de “gente de tercer mundo”. Pero, cuando todo parecía ser lo que yo sabía que era, fue que escuche absolutamente nada, y la nada me presentó lo impensable. Me quede quieto, cerré los ojos y esto definitivamente no era Perú. Aquí no había bocinas reventándote el oído y la paciencia, a pesar de que el caos era el mismo; no había alguna radio chillona en cada esquina compitiendo por matarte de nervios con la misma canción de siempre, o una nueva que era igualita. La gente no gritaba, no vociferaba, ni hablaba siquiera, si no fuera para decir gracias, por favor o disculpe, en el tono más suave y maricón posible. Aquí un carajo debe sonar tan dulce como un te amo en Perú. Y es que el Loco, amigo, anfitrión y guía de los buenos (de los que no te joden el día contándote la historia de cada casona o iglesia que te cruzas) lo había dicho más de una vez en sus visitas “Los peruanos somos agresivos para hablar” y yo que reía, porque la ignorancia es la felicidad, y la felicidad me hace peruano. Que paz que me da saber que mañana será otro ruidoso día, y que me mereceré un carajo bien dado de mi jefe, por quedarme un día más en La Paz. Que extraño sentimiento este de ser peruano.

Saturday, October 07, 2006

Infidelidad
Miénteme tú, y haz con tus amigas las coordinaciones del caso para que nada falle. Que sepan el color de tu vestido, el perfume que usaste, y por supuesto, que colgaba de tu cuello el collar con el dije de tu abuela. No obvies ningún detalle. No exageres nada. Tienen que saber que hacía frío, que garuaba un poco, que usabas una cola en tu cabello. No olvides algún comentario gracioso que compartieron en algún lugar ficticio. Recuerda que Ana es distraída y debes repetirle lo del frío. Recuerda que Ali habla siempre demás. Por último, lávate la cara, mírate al espejo y simula tu mejor sonrisa. ¿Lista? Abre entonces la puerta que ya estoy ahí para simular la mía.

Thursday, September 07, 2006

Torpe introducción para pregunta sencilla


Que felicidad la mía y que dulce ignorancia la tuya. Imagínate, ser tú la razón de mis sonrisas diarias, en tanto maniobras en tu nube de cemento, concentrada en tantas bocas que no besas. Duermo contigo, sueño contigo, hablo contigo, y a veces hasta tomo tu mano, y pensar que no lo sabes. ¿Me creerías que rezo por ti? Hablo de ti con mis amigos, con mis amigas, con mis amantes. Menciono tu nombre una vez al día sin pretender nada, o quizá creando mi álbum imaginario para hojearlo contigo alguna vez, cuando los años nos susurren que estas imágenes son de otros dos. No te olvido, he de aceptarlo. He amado tantas veces como días deje de pensar en ti, he de confesarlo. Luzco idiota cuando te resto importancia y soy sincero solo a solas, en mis páginas en blanco, en los silencios de mi cuerpo cuando se dedica a humano. Pero estas no están en blanco, ni mi cuerpo está silente, entonces dime, que sucede, que sucede.

Monday, July 24, 2006

Quien me da una manito

Siempre. Mentira, no siempre, he tenido debilidad por las manos de mujer. En realidad es un gusto que desarrolle a partir de un capítulo importante en mi vida, y que, como tantos otros aparentemente nimios, son los que me van haciendo la mixtura que hoy tengo frente al espejo. Pero mi afición hacia ellas (junto con los pies que es un tema que no tocaré), siempre tuvo que ver con su aspecto, estructura y color. Amo las manos largas, extremadamente largas, como sustraídas de alguna obra de El Greco en el clímax de su Manierismo, que empiezan en un punto fijo y tienen como culminación algún lugar que aún no conozco; adoro los tonos pálidos, la mezcla de amarillos y rosados que conciben ese tono tan asifixiantemente femenino; me seducen las uñas alargadas, del formato preciso para excitar y atraer a la presa, y a la vez, poderle desgarrar la espalda sin piedad cuando la situación amerite. En fin, en mi modo de ver la vida, entiendo que las manos gritan, hablan y susurran, al igual que lo hacen una mirada cómplice o unos labios entre abiertos, con la añadidura, sin lugar a dudas, que acarician mejor. Pero lo que descubrí luego de varios años de jactarme como autoridad nacional en manos, es que había dejado pasar quizá la más importante de todas las razones para caer rendido ante ellas: su suavidad. Y es que cogí una, hace tan poquito tiempo que aún la siento, jugando a que te rozo y a que te dejo, jugando a que te tomo y que ya no te suelto, y de tanto jugar y jugar, me quede sin juego y sin palabras, pues esta manito venía al concurso con su argumento de “soy suave y no me mires”, porque la verdad, no necesitaba pavonearse ni hacer alarde de sus formas o sus modos, y es que cuando se es suavecita, el resto se lo dejo al Greco. Si intentara describir la textura de esta manito casi invisible, tendría que inventar palabras y crear algunos nuevos adjetivos que la real academia me rechazaría por atrevidas y obviamente, porque quien diablos seré yo para andar por ahí de creativo, así que me limitaré a decir que lo más parecido que he encontrado en las últimas 48 horas es una gelatinita que estaba olvidada en el fondo de la nevera. ¡Dios! ¡Que rica que estaba!...claro, la gelatina también.

Sunday, July 16, 2006

Quien necesita dormirse

El problema que acosa al señor Luis es que hay días como hoy, días en que uno ya tiene su vida enrumbadita y todo, bien cogido a la realidad como le recomendaron entre sabanas, porque hay que estar bien loco para andar de soñador en estos tiempos; y justo ahí, en ese momento, cuando uno ya puede apretar los dientes, fruncir el ceño y fingir cara de macho revolucionario, comete el error de bostezar, acomodarse, jalar la frazadita hasta tapar la cabeza, y vencido por el sueño, soñar con ella.

Porque si sueña con ella retrocede cinco o seis años y se reconvierte a soñador ¿verdad? Pues el señor Luis, converso esta noche, soñador esta tarde, imbécil de por vida, alza la voz de protesta y clama furioso - Quién carajo le hizo perder tanto tiempo. Porque no se vale esto de andar esforzándose para graduarse con honores como realista de vanguardia, cuando uno nace, se hace y va por la vida teniendo tanta alma de cretino soñador, no se vale de verdad.

Así que el señor Luis se despabiló como a las cuatro, quito la frazada, estiró los brazos, reparó en el sueño con ella sin ella, porque no la vio, sino que la percibió en los objetos pendientes que dejó un cartero entre brumas; y así se decidió a reconocer que no solo la extrañará en sueños, sino que sentirá su ausencia también despierto, como siempre y como merece el caso. ¡Caramba!, y pensar que hay quienes dicen que uno no necesita dormir para soñar, cuando además se necesita tanto soñar para volver a vivir.